El cambio de conciencia que produce Shanghai

Bajo el antiguo sistema, la minería de prueba de trabajo (PoW, por sus siglas en inglés) determinaba quién procesaba un lote de transacciones y ganaba una recompensa criptográfica mediante una carrera para resolver un rompecabezas matemático. Cuanto mayor sea la potencia informática que los mineros dediquen al problema, mayor será su probabilidad de ganar la carrera. 

Bajo el nuevo sistema de prueba de participación (PoS) de Ethereum, no hay carrera ni mineros; en su lugar, el ganador se determina mediante una rifa. Cuanto mayor sea la cantidad de ether que alguien bloquee en la red, o apueste, mayor será la probabilidad de que tenga un boleto ganador.

Cuando decimos Shanghai, no nos referimos a la gran urbe china, sino a la última actualización de la red Ethereum. Al demostrar que una blockchain a gran escala puede cambiar de un sistema a otro, Shanghai reavivará el debate sobre si la minería que aún respalda a Bitcoin, la criptomoneda más negociada, es viable y sostenible. 

Las cifras de la Universidad de Cambridge sugieren que la red de Bitcoin consumió 107 teravatios-hora de energía en 2022, equivalente al de los Países Bajos, de los cuales solo un poco más de una cuarta parte provino de fuentes renovables. Antes de The Merge, Ethereum consumía aproximadamente dos tercios de la energía que consumía la red de Bitcoin. Pero el alejamiento de la minería ha reducido ese consumo, según el análisis de Alex de Vries, científico de datos del De Nederlandsche Bank y creador de Digiconomist, una fuente de datos de emisiones criptográficas, al menos en un 99,84 por ciento.

«El problema del consumo de energía es el talón de Aquiles de Bitcoin», dice de Vries. «Es un hecho simple que a medida que el precio de Bitcoin aumenta, el problema del consumo de energía empeora. Cuanto más dinero ganen los mineros, más gastarán típicamente en recursos: hardware y electricidad».

Pero muchos defensores de Bitcoin disputan la caracterización de la red como una consumidora de energía intensiva en carbono, diciendo que la minería se alimenta cada vez más de energía renovable. Y, dicen, que PoS es inferior a PoW -propenso a la centralización (el gran enemigo de la criptografía), concentrando la influencia y la riqueza en manos de los ricos, sin ninguna fuerza mitigadora, como los costos de energía, que tiren en la dirección opuesta. 

Todo esto convierte a Shanghai en una batalla proxy sobre el futuro de las criptomonedas.

En la infancia de Bitcoin, la criptomoneda podía ser minada eficazmente con solo una computadora personal y software simple. Pero a medida que aumentaba el apetito por Bitcoin, la industria se profesionalizó. Hoy, la escena minera está dominada por grandes empresas, algunas de ellas cotizadas en bolsa, como Marathon Digital y Riot Blockchain, que operan instalaciones gigantescas con estanterías llenas de hardware. Las minas más grandes, muchas de las cuales se encuentran en Texas, pueden consumir más de 700 MW de energía.

«Solo los mineros con la energía más barata pueden sobrevivir, por lo que Bitcoin se dirige a áreas de baja o nula demanda»